viernes, 18 de noviembre de 2011

Déjame llorar

La tristeza es una emoción. Hasta aquí todos de acuerdo pero... ¿qué significa eso?. Pues significa que es un mecanismo que forma parte de la naturaleza del hombre y que está ahí por algo.

Las personas nos ponemos tristes para que centremos la atención en nosotros mismos y en la situación, facilitando así la búsqueda de soluciones. Nos obliga a bajar el ritmo, ahorrando la energía que necesitamos para recomponernos y, además, hace que los demás se den por enterados y nos echen un mano.

Por lo tanto, es necesaria y, sin embargo, nos empeñamos en no dejarla actuar cuando el cuerpo nos pide a gritos... o mejor dicho, a lágrima viva... que la manifestemos. ¿Qué es lo primero que decimos al consolar al alguien?... No llores.... cuando el cuerpo te está diciendo que eso es, exactamente, lo que tienes que hacer. ¿A que nadie te dice que no te rías cuando te cuentan algo realmente divertido? y aunque lo quisieras hacer... ¿podrías?. ¿Cuantas veces te ha resultado embarazoso no soltar una carcajada, en ese momento tan inadecuado?.  

¿Por qué si nos permitimos enfadarnos, o reírnos, no nos permitimos llorar?. Llora, desahógate, haz que los otros se den cuenta de que estás triste y que necesitas que lo sepan, que te escuchen, o que te ayuden si está en su mano.  

No luches contra tu naturaleza porque es una batalla perdida así que, ya lo sabes, si algún día estoy triste... déjame llorar...

viernes, 11 de noviembre de 2011

De la mano de Loli....


He querido empezar este recorrido de rincones especiales, por el sur. Quizás por la estrecha relación que me une a Andalucía, o porque siento un cariño especial hacia ella, tenía que comenzar en esta provincia andaluza.

Córdoba es una de las ciudades más bonitas de España, que voy a decir yo... pero no solo la capital tiene rincones donde perderse, sus pueblos también guardan sitios dignos de ver.

Lucena, situado a unos 72 kilómetros al sur de la capital, es uno de esos pueblos que todo el mundo hemos oído nombrar pero en el que muy pocas veces se para. Por supuesto que podríamos destacar muchos cosas para ver allí pero, en este caso, Loli me ha llevado de su mano a la Ermita de Nuestra Señora de Araceli.

A unos 6 kilómetros del pueblo, la ermita se encuentra en la cumbre de la Sierra de Aras. Desde el santuario se pueden ver las provincias de Málaga, Córdoba, Sevilla, Granada y Jaén, y en días claros, hasta la costa marroquí. Pero lo más característico de este lugar es que, mires a donde mires, te ves inmerso en un mar de olivos. Perder la mirada entre cientos de ellos, ya hace que merezca la pena subir hasta allí. 


El santuario barroco guarda la imagen de la patrona de Lucena, traída de Roma por el Marqués de Comares y, que adquiere su mayor relevancia cuando se celebra la romería de subida y bajada de la Virgen a la ciudad, en primavera.













Por último y, como no podía ser de otra manera, Loli nos recomienda probar el chorizo y la morcilla que preparan en el pequeño bar adosado a la Iglesia. Ya se sabe, si queremos recordar un sitio como es debido, hay que probar su gastronomía.

Si algún día pasas por allí no te olvides de visitar este lugar tan característico de Lucena. Si ella lo escogió, sería por algo....




jueves, 3 de noviembre de 2011

I Have to.... Tengo que...

"Tengo que", sencilla construcción gramatical que utilizamos para imputarnos una obligación, y sencilla manera de convertir todas nuestras decisiones, en pequeñas cuerdecitas que nos van atando psicológicamente.

Si pudiéramos hacer una estadística de las frases que más utilizamos al día, sin duda esta se llevaría el premio gordo. Tengo que ir a trabajar, tengo que hacer la comida, tengo que hacer la compra, tengo que... ¿sigo?... para qué... prácticamente todo lo que hacemos en el día va acompañado de un "tengo que...".

Pues por mucho que lo digamos... no dejará de estar mal. No tengo que... elijo hacer todo eso. Y ahora me diréis. No elijo ir a trabajar, es una obligación... y yo os diré. No es verdad, puedes elegir. Ir o no a trabajar tiene unas consecuencias positivas o negativas, las cuales cada uno valora y actúa en función de ellas, pero... finalmente puedes elegir. ¿No te parece?.

Sigamos entrenando nuestra felicidad. Cada vez que digas un tengo que... seguido de un resoplido... piensa que sea lo que sea que tanto te fastidia hacer, lo has elegido tú y recuerda que siempre puedes elegir no hacerlo.

Somos esclavos de nuestras palabras y de los pensamientos que llevan aparejados. Solo tú puedes soltar esas pequeñas cuerdas que te sujetan a ti mismo.

Yo hoy he elegido levantarme pronto, coger mi coche, ir a mi trabajo y compartir estos pensamientos con vosotros.... y ¿sabéis? estoy feliz... porque "yo" lo elegí...