martes, 11 de septiembre de 2012

No cambies nunca... ¿o si?...

Buena pregunta ...

En primer lugar diré que el ser humano se ve obligado a cambiar desde el mismo momento en que llega al mundo. Se trata de supervivencia. Todos nos adaptamos al mundo que nos ha tocado vivir para ir tirando razonablemente. El sistema es sencillo, lo que nos funciona lo repetimos y lo que no, lo desechamos. Pero... ¿ya está?, ¿funcionamos así?, ¿somos así de perfeccionistas?... obviamente no...

El hombre es un animal de costumbres y, a medida que maduramos, nos apoyamos en los hábitos que hemos adquirido a través de los años, en eso que un día aprendimos y que entonces nos sirvió, pero que ahora puede que esté desfasado. Todo, hasta el más mínimo paso que damos, está influido por lo que ya sabemos y por nuestras experiencias pasadas. Si a esto le unimos que lo que se convierte en costumbre se realiza de manera automática... apaga y vámonos... estamos condenados a repetir nuestras reacciones una y otra vez, nos ayuden o no.

¿Qué quiere decir todo esto?... que llega un momento en la vida en que ciertas maneras de hacer las cosas, de pensar, de reaccionar, una vez que las hemos aprendido y se han establecido, luchan por mantenerse inalterables y se niegan a cambiar porque ya las hemos hecho antes y nos dan seguridad (ya sabéis el dicho más vale lo malo conocido...). Como decía antes, las mantenemos porque alguna vez nos fueron útiles y ahora, aunque ya no nos sirven, nos cuesta reconocer que no nos funcionan.

La idea parece sencilla entonces, se trata de cambiar las cosas que no nos resultan útiles, que no son sanas, y retocar las que se podrían hacer mejor... Pues no, no es tan fácil y no lo es porque a los seres humanos nos cuesta mucho aceptar que hay cosas que no hacemos bien. ¿No habéis escuchado mil veces eso de... pues yo llevo años haciéndolo así?... pues igual... llevas "años" haciéndolo mal.

Identificar lo que no nos ayuda y lo que sería bueno que cambiáramos es la parte más difícil y requiere fijarse mucho en uno mismo. Se trata de analizar como somos, como actuamos, como pensamos... y hacerlo de una manera sincera. Nadie mejor que tú sabe si algo no te está haciendo bien y ... ¿has pensado que a lo mejor hay otra manera que puede hacerte más feliz?.

Pues si, seguramente si pero para eso hay que querer cambiar.

Entonces podemos cambiar pero ¿como?... pues dándonos dos segundos antes de responder, antes de hacer lo que haríamos en ese momento. Si consigues no dar el primer paso, si consigues parar la cadena que desata automáticamente tu manera de hacer las cosas, podrás analizar si tu respuesta es la adecuada y si las consecuencias a tu respuesta te compensan... y entonces podrás cambiarla.

Nadie dijo que fuera fácil, pero nada que merezca la pena lo es...





4 comentarios:

Rose dijo...

Pues tienes razón, pero en todo, también en lo de que "cuesta" hay veces que esas costumbres están tan arraigadas que es prácticamente imposible (aunque no imposible, cierto)
Siempre dando buenos consejos. Besos mil y gracias. Muak.

Marisa dijo...

La verdad es que hay veces que si te pones a pensar en tus reacciones antes ciertas cosas dices... anda maja.. que ya te vale XDDD.

Gracias a ti!!!

Mariú dijo...

pues si señorita, y cuanto mas viejos somos mas nos cuesta tirar lastre, por eso existen los enfrentamientos generacionales, las viejas ideas contra las nuevas de las siguientes generaciones, el clasico enfrentamiento de lo nuevo con lo de toda la vida...

Marisa dijo...

S i Humi, nos volvemos cerrados de mollera... y eso no es bueno...

Gracias por comentar.